En nuestra visita de este verano a Dénia y en nuestras excursiones, incluyo la de La Cova de L'Aigua. Una ruta que aunque corta, presenta un cierto interés por sus vistas panorámicas de la localidad desde el Montgó, además claro está de visitar la cueva y poder observar la inscripción romana, que aunque maltratada por algunos, sigue siendo visible en su posición encarcelada.
Una vez vista la cueva podemos volver por el mismo camino o bien continuar el recorrido circular por la Cova del Camell y el Camí de la Colonia. Todas las sendas están perfectamente señalizadas. Nosotros únicamente visitamos la cova de l'Aigua.
FICHA DE LA RUTA:
Fecha: Agosto del 2013
Tipo: Recorrido de ida y vuelta desde la falda del Montgó a la Cova de L'Aigua y volver. A la cueva solo podemos acceder a pie, si bien hasta la mitad del camino es posible la utilización de la bicicleta. En nuestro caso al igual que en la visita a la Cova Tallada, realizamos la ruta andando.
Dimensiones: Es una cueva pequeña con varias salas y un espacio final donde se contiene el agua dulce que da nombre a la cueva.
Distancia: 3 Km mas o menos. Podéis ver la ruta en la aplicación Endomondo de Android por si queréis seguirla o descargarla. La subida es de unos 160 metros en Kilómetro y medio, para que os hagáis una idea de la subida.
Duración: En ir y volver y visitar la cueva, que ya hemos dicho que no tiene mucho que ver, aproximadamente una hora y media más o menos.
Dificultad: Yo diría que el recorrido es fácil excepto en su parte final que requiere algo más de aptitud física por los escalones o la cuerda a modo de pasamanos que nos ayuda.
Observaciones: Necesario llevar calzado adecuado, botas de montaña o por lo menos deportivos para el camino que nos ayudarán para pisar el karst (roca fracturada). Si queremos ver perfectamente el interior, será necesaria la ayuda de linternas. Cuidado con las plantas y vegetación, estamos en una microrreserva de flora y muchas de las plantas que vemos están especialmente protegidas.
La subida a la cueva, desde la cadena que obstaculiza la entrada de vehículos al Parque Natural del Montgó, se realiza en ligera ascensión por una cómoda y ancha pista. La zona tiene algunas vegetaciones autóctonas que debemos cuidar, especies típicas de matorral mediterráneo que cubren de verde toda la zona.
Enseguida llegaremos a una bifurcación que nosotros cogemos hacia la izquierda, dejando a nuestra derecha la subida a la cumbre.
Según ascendemos el paisaje se hace más llamativo y podemos abarcar con la vista todo Dénia y en los días claros hasta la zona de Valencia, Cullera o Ibiza en el horizonte. Al llegar a la base de los paredones cambia el camino y la senda se convierte en mucho más estrecha y empinada, con algo más de dificultad. Al final, unas empinadas escaleras nos conducen a la cueva y antes de su entrada nos llamará la atención las rejas que custodian la inscripción romana, que data del año 238 a.c., casi nada.
Ya en la puerta y superado el enfado de ver el destrozo de pintadas en el acceso, pasamos al interior para ver una primera sala con una altura de unos cinco o seis metros y a la izquierda una entrada que seguiremos con la linterna hasta encontrarnos con un depósito de agua dulce provocado por el agua retenida por el estrato de arcillas impermeables. Parece que en el pasado la cueva se acondicionó para utilizarla como depósito de agua para el consumo humano y para pequeños riegos.
Según la agencia del Medi Ambient de la Generalitat Valenc, la inscripción romana fue realizada por un destacamento militar que posiblemente vigilaba la costa. Su escultor, Lucius Alfius Donatus, de la legión VII Gemina. La verdad es que está bastante deteriorada y te deja algo perplejo su aspecto.
También de la época prerromana y clásica se han recuperado en el lugar cerámicas comunes ibéricas que sugieren que esta cueva se utilizó como lugar de culto. De la época árabe también se recuperaron fragmentos de vasos y otros enseres que indican que utilizaron la cueva de forma continuada. En los siglos XVI y XVII se realizaron unas canalizaciones con tubos de barro que aún son visibles, pero como ya he dicho, en un estad pésimo.
En definitiva, una visita corta, que si bien tiene una gran historia detrás, en la actualidad merece la pena por el ascenso y las vistas panorámicas desde el Montgó. La cueva está muy deteriorada, aunque siempre es curioso ver el depósito natural de agua dulce.
La subida a la cueva, desde la cadena que obstaculiza la entrada de vehículos al Parque Natural del Montgó, se realiza en ligera ascensión por una cómoda y ancha pista. La zona tiene algunas vegetaciones autóctonas que debemos cuidar, especies típicas de matorral mediterráneo que cubren de verde toda la zona.
Enseguida llegaremos a una bifurcación que nosotros cogemos hacia la izquierda, dejando a nuestra derecha la subida a la cumbre.
Según ascendemos el paisaje se hace más llamativo y podemos abarcar con la vista todo Dénia y en los días claros hasta la zona de Valencia, Cullera o Ibiza en el horizonte. Al llegar a la base de los paredones cambia el camino y la senda se convierte en mucho más estrecha y empinada, con algo más de dificultad. Al final, unas empinadas escaleras nos conducen a la cueva y antes de su entrada nos llamará la atención las rejas que custodian la inscripción romana, que data del año 238 a.c., casi nada.
Ya en la puerta y superado el enfado de ver el destrozo de pintadas en el acceso, pasamos al interior para ver una primera sala con una altura de unos cinco o seis metros y a la izquierda una entrada que seguiremos con la linterna hasta encontrarnos con un depósito de agua dulce provocado por el agua retenida por el estrato de arcillas impermeables. Parece que en el pasado la cueva se acondicionó para utilizarla como depósito de agua para el consumo humano y para pequeños riegos.
Según la agencia del Medi Ambient de la Generalitat Valenc, la inscripción romana fue realizada por un destacamento militar que posiblemente vigilaba la costa. Su escultor, Lucius Alfius Donatus, de la legión VII Gemina. La verdad es que está bastante deteriorada y te deja algo perplejo su aspecto.
También de la época prerromana y clásica se han recuperado en el lugar cerámicas comunes ibéricas que sugieren que esta cueva se utilizó como lugar de culto. De la época árabe también se recuperaron fragmentos de vasos y otros enseres que indican que utilizaron la cueva de forma continuada. En los siglos XVI y XVII se realizaron unas canalizaciones con tubos de barro que aún son visibles, pero como ya he dicho, en un estad pésimo.
En definitiva, una visita corta, que si bien tiene una gran historia detrás, en la actualidad merece la pena por el ascenso y las vistas panorámicas desde el Montgó. La cueva está muy deteriorada, aunque siempre es curioso ver el depósito natural de agua dulce.
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